Personajes: héroes y heroínas.
Los héroes son héroes activos, sobre todo los hombres, que son caballeros andantes. Esto también es una invención, porque ningún noble de la Edad Media era andante: los únicos eran los “cruzados” que hicieron una única campaña militar (de ida y de vuelta), de manera que el caballero andante es una invención, pues no existieron. Sin embargo, ese ideal de vida errante era sumamente atractivo para la nobleza de los S. XV y XVI.
La errancia caballeresca, esa especie de vagabundeo sin rumbo, es un hecho puramente literario. Este invento tiene un claro motivo, pues los nobles palaciegos que simplemente pasan tiempo con el rey en una vida sedentaria (dedicados a la poesía, caza, etc) no se mueven apenas de esas cortes. Esos nobles sedentarios sueñan, lógicamente, con una vida libre; esto da lugar a la idea de la errancia caballeresca.
El personaje de caballerías presenta un modo de vida ideal y sumamente atractivo, un ideal perfecto sumamente estimulante para los lectores de la época: el caballero vaga libremente por un paisaje exótico, por países con nombres atractivos (que no existen), al igual que el espacio y el tiempo que son irreales. Suele ser un “bosque interminable” o una “selva oscura” llena de sorpresas y, sobre todo, de prodigios. La vida de estos caballeros es fundamentalmente prodigiosa. En las entrañas de esos bosques van a encontrar monstruos, gigantes, etc... enemigos en general, a los que el héroe hará frente. Esos enemigos son, lógicamente, la representación del mal. El caballero represeta el bien, los valores elevados de la nobleza, mientras que sus antagonistas representan los valores negativos, el mal, los vicios...
De este modo, El Quijote, a pesar de ser una parodia, es una novela de caballerías, pues cumple con todas las características. Cervantes pretendía deconstruir el libro de caballerías con la creación del Quijote.
Los héroes y heroínas tienen que presentarse como seres perfectos, pues conforman la caballerosidad, el valor, la generosidad, etc.
El héroe es un personaje varonil, fuerte, noble, dispuesto a todo con tal de ayudar a los débiles (el ideal cortés sigue existiendo en nuestra mente).
El contrapunto del héroe es esa heroína, que es normalmente una princesa hija de reyes de una corte importante que se enamora del caballero y viven una historia de amor. Esta historia se ve en dos velociodades:
1.La velocidad de cuando están juntos en la corte
2.La velocidad de cuando falta el amado pero sigue existiendo el amor.
Al introducir a las mujeres en este tipo de obras se incorpora una especie de contrapunto con la exterioridad que conforma que el protagonista sea un hombre; al introducir a una mujer se va a producir una epopeya, una vertiente de la novela que se corresponde con la interioridad palaciega.
El contrapunto femenino, que es fundamental en estos libros, da un equilibro entre lo interior y lo exterior; la batalla épica y la batalla amorosa.
Ejemplo: cuando Amadís es rechazado por su princesa, se encuentra frustradísimo y deprimidísimo, renuncia a ser caballero y se convierte en una especie de ermitaño que sufre por el desamor de su amada.
Los personajes son activos y experimentan una doble vida: la existencia militar y la existencia sentimental. Estos dos componentes se combinan en diferentes proporciones, pues hay novelas donde predomina la acción, y al final del género encontramos personajes más enamorados, cortesanos, palaciegos. Esta derivación hacia lo emocional va a producir una especie de duplicidad entre el libro de caballerías y la novela sentimental.
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