DIEGO DE SAN PEDRO.
Comienza su novela con una especie de justificación “[...] verdad es que en la obra presente no tengo cargo, pues me puse en ella más por necesidad de obedecer que con voluntad de escribir [...]”.
Sus novelas siempre oscilan entre los dos extremos del razonamiento.
El autor muestra inseguridad ante el relato. Siente la necesidad constante de aclarar cuestiones al lector; esto se ve en que, tras aquella justificación, indica que comienza la obra con esta misma frase (”Comienza la obra”).
El escritor necesita especificar cosas tan elementales como que comienza el relato debido a su inseguridad.
Cárcel de amor.
Su obra “Cárcel de amor” comienza con una alegoría inverosímil.
El autor no sabe encadenar los elementos perfectamente como haría un novelista moderno, por lo tanto recurre a un sistema en el que cada personaje habla por turnos desde su punto de vista, encabezado el texto de cada personaje con un título explicativo, como por ejemplo: “El preso al autor” / “Respuesta del autor a Leriano” / “Carta de Leriano a Laureola”.
Pocos personajes por ambiente muy cerrado. San Pedro utiliza a ese autor como na especie de duplicación en propia voz, una especie de alter ego.
El pentágono de personajes da lugar al conflicto. Ese debate es una especie de trasfondo de muchas formas literarias de la E. Media (forma de dignificación de la mujer) → preocupación permanente sobre la mujer. Se puede ver tanto en “La Celestina” como en una novela posterior, “La lozana andaluza”.
El autor hace aclaraciones constantes, da explicaciones que no necesitamos que nos explique, como por ejemplo, indica que vuelve a la historia y muchas otras cosas haciendo uso de un título.
El anterior tipo de novelas estaban escritas para ser leídas en voz alta, en sesiones de lectura distintas, por lo que los libros están divididos adaptándose a ese factor, por lo que D. de San Pedro muestra una confusión entre organizar el libro para lectura en voz alta o dividirlo en partes, pues sabe que sus lectores no van a leerlo a otros en voz alta, sino que van a hacer una lectura individual.
Los tópicos prologales son tópicos de obediencia, de servicio a un señor, regalo al mecenas, insuficiencia del escritor... Es propio de las novelas sentimentales.
Tiene una elemental condición espacio-temporal, pues el escritor no está interesado en el espacio exterior. La descripción más larga y tal vez más interesante dentro de su novela es la de la alegoría del comienzo, pero el resto del tiempo D. de San Pedro no se interesa por el espacio y el tiempo, pues se consideran elementos prácticamente secundarios en la novela sentimental. Hay una tendencia a una debilidad o fragilidad del espacio y el tiempo, pues no parecen relevantes a los escritores.
Sin embargo, Gonzalo de Berceo, otro autor medieval, sí se interesó por el espacio y el tiempo: en su obra “Los milagros de nuestra señora” hay una alegoría inicial cuyo elemento principal es el espacio y el tiempo. Pero no solo figura esto en la alegoría incial, sino que a lo largo de la obra se irá haciendo referencia e incluyendo de manera constante el espacio y el tiempo, como por ejemplo, “La abadesa encinta” que cuenta la historia en dos espacios diferentes con el mismo tiempo.
Aparte de Berceo, muy pocos escritores tendrán esta preocupación por el espacio y el tiempo. Puede observarse en la obra de D. Juan Manuel, “El conde Lucanor”, cuyas historias parecen estar situadas en un vacío.
Esta obra presenta una geografía realista a la par que una fantasía desbocada donde todo es hiperbólico. Por ejemplo, se decía que las torres de palacio tocaban el cielo, lo cual es imposible puesto que en esa época no contaban con los medios para hacer ese tipo de construcciones. Todo está ponderado en grado máximo, al igual que los libros de caballerías. En efecto, la novela sentimental es un genoma de los libros de caballerías → se magnifican cosas que en el libro de caballerías eran accesorias.
La cuita (cogita) de amor va a ser el tema de amor cortés: el sufrimiento, la preocupación, la mortal angustia.
“El código caballeresco dicta que no debe resistirse a ninguna tentación de poder ayudar a los débiles.”
La solución del episodio no es brutal como en los libros de caballerías, sino que es sutil → el caballero trata de entender el conflicto, pues la solución no es la violencia, sino la averiguación o negociación. Todo son discursos y mediar palabra; es el envés (la otra cara, la parte contraria) del libro de caballerías, donde hay simplificación de las cosas y solución violenta o brutalidad.
Los centinelas eran llamados velas debido a que velaban por la noche.
Las cuatro potencias del alma son entendimiento, razón, memoria y voluntad.
EL BELIANÍS DE GRECIA.
Esta novela de Jerónimo FERNÁNDEZ conforma el origen de la retórica que encontramos en “El Quijote”.
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