En cuanto al tiempo de La Celestina, la obra está bastante acelerada: esto se debe a la economía, que es lo que les interesa a los personajes → el dinero. Se llegarán a contemplar algunas de estas características para añadirlas a la novela picaresca.
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COLOQUIOS o prosa de ideas.
Junto con La Celestina, se van a difundir en el S. XVI algunos coloquios o “prosa de ideas”. Algunos escritores de este siglo entienden que el coloquio puede responder a un cierto de “naturalismo narrativo”. Cuando F. de Rojas escribe La Celestina, hay escritores que tienen la noción de que una forma dialogada (un coloquio) puede representar la realidad social, además de servir como un vehículo realista dentro del cual incluir cuestiones de debate teológico, político, lingüístico, etc. Estas materias se conciben en la actualidad en los ensayos (libros de exposición de ideas en prosa con una serie de capítulos y un índice sobre una cuestion). En la época de 1500 esto no se exponía de esta manera, sino que era lo común desarrollar esos contenidos en un molde dialogado, como en los Diálogos de Platón: se hace una exposición más amena, y se pretende demostrar que esos protagonistas (que son auténticos personajes históricos) argumentan sus propias ideas, aunque naturalmente, los textos están embellecidos por el propio Platón.
El coloquio español que nace, en principio, con La Celestina, aprovecha esa naturalidad con otro enfoque. Luis Vives o Los hermanos Alfonso y Juan de Valdés, Erasmo de Rotterdam, etc, comenzaron a escribir coloquios siguiendo el ejemplo de la obra; aprovecha la obra dialogada naturalista con personajes reales, dando una vertiente llena de contenidos teóricos doctrinales, historicistas, políticos, religiosos...
Por ejemplo, en los coloquios de estos autores, no se encuentra el interés en una forma teatral, sino en su fondo ideológico.
En los coloquios, el personaje principal tiene razón y siempre tiene la última palabra: el resto de personajes están para equilibrar el coloquio (son comparsas), lo que no ocurre en La Celestina, donde todos los personajes están al mismo nivel.
En “El diálogo de la lengua”, Juan de Valdés, se carga el peso del debate en el protagonista, mientras los comparsas se dedican a crear el debate. Ocurre en “Diálogo de las cosas ocurridas en Roma (”De Mercurio y Carón”)”, Alfonso de Valdés, se trata de explicar por qué las tropas españolas ocuparon y saquearon Roma. El autor toma la postura del máximo responsable del saqueo, mostrando cuánta razón tenían los soldados en saquearlo, y cuán equivocado era el papel del Papa; para ese fin se utiliza a una serie de personajes que se encargan de demostrarlo. Hay también coloquis de Luis Vives acerca de la educación, mediante los cuales pretende llegar a más personas.
Esta forma de coloquio tenía una naturalidad y una especie de prestigio que los hacía más atractivos que un simple tratado.
La prosa de ideas (coloquios) se orientó mucho hacia el problema teológico, la cuestión de la reforma de la Iglesia y de las nuevas formas de Fe que habían aparecido.
A Erasmo le interesaba la Fe personal, es decir, si el creyente podía creer y orar a su manera → recuerda, en cierto modo, a Lutero.
Este tema tan candente se enfoca a un coloquio para dotarlo de naturalidad tomando como punto de partida a personajes conversantes.
Su discurso es más ordenado y equilibrado, hay una ordenación de tiempo y espacio más congruente; tienen la capacidad de escribir ese cronotopo.
Podemos ver que había dos grandes caminos:
1.El relato en prosa, protagonizado por las novelas de caballerías y la novela sentimental.
2.La obra dialogada, protagonizada por coloquios.
Después de La Celestina, surgen:
1.“La Lozana andaluza”, Francisco Delicado (1528).
2.La literatura Celestinesca → “La Dorotea”, Lope de Vega (1632).
Francisco DELICADO era probablemente un autor andaluz que se había exiliado a Italia; tradujo “La Celestina” al italiano y, en 1528, un año después del saqueo de Roma, se atreve a escribir una especie de Celestina a su manera. Fue publicado en Italia en un ambiente de libertad sin censura, donde él trata de enlazar la forma material de La Celestina con sus propias preocupaciones (según él son cuestiones religiosas y políticas, pero realmente lo que se representa es el mundo prostibulario italiano). El autor llama a su libro “retrato”. En cambio, en La Dorotea, Lope de Vega llamará a su libro “acción en prosa”.
Delicado pretende que su obra sea un acta del mundo auténtico de las rameras italianas. Las ideas no son muy importantes.
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